El plástico es un producto altamente resistente y durable, muy práctico para el almacenamiento de otros productos. Desgraciadamente, esta resistencia tiene una doble cara. Cuando ya no se necesita más, se bota. Pero en ese momento este no muere, sino que se mantiene casi intacto por años y años, pero ¿dónde?.
En el Océano Pacífico, entre EE.UU. y Asia, existe algo como un nuevo continente aproximadamente del tamaño del estado de Texas (casi 700.000 km 2) que fue descubierto en los últimos años. La gran particularidad de este territorio es que está compuesto de Plástico, por lo que se le adjudica el nombre de Vórtex Plástico (Trash Vortex) o el Parche de Basura del Este (Eastern Garbage Patch).
Esta isla está en constante movimiento, siempre circulando en dirección del reloj como un lento espiral (tal como muestra la foto). Es decir, la basura está todo el tiempo moviéndose y llegando a todas partes. Este basural tiene dos principales efectos nocivos.
Primero, y no tan conocido, es el efecto esponja de estos desechos. Los plásticos funcionan como esponja química, lo que significa que absorben y concentran muchos de los contaminantes más peligrosos.
En segundo lugar, e íntimamente relacionado a lo anterior, los animales marinos, o que se alimentan de la flora y fauna marina, tienden a confundir estos residuos con su comida, lo que posteriormente les causa la muerte, y más aún si estos plásticos están concentrados de estos químicos orgánicos. Por ejemplo, se han encontrado gran cantidad de aves marinas muertas con sus estómagos repletos de artículos plásticos que han sido confundidos por presas.

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Todos podemos contribuir a la vida de nuestros tan preciados mares. No queremos surfear o simplemente mirar un mar lleno de basura. Cuando te salgas del agua recoge lo que encuentres en la orilla y bótalo en el basurero más cercano, o guárdalo hasta que llegues a uno, pero no dejes esa basura tirada ahí en el mar. Esto es tarea de todos, y la verdad es que no cuesta nada hacer la diferencia.

Fuente: Greenpeace